Columna: Javier Ichazo, Gerente General de Mibanco
Así excluye la informalidad
Nuestras autoridades deben poner al país por encima de intereses particulares para combatir la ubicua informalidad y comprometerse con elevar la aún baja inclusión financiera.
El Perú es uno de los países más informales de la región. En este aspecto, por ejemplo, empata con Bolivia, de acuerdo con el informe ‘Inclusión Financiera e Informalidad 2023’, que se desprende del Índice de Inclusión Financiera (IIF) de Credicorp. Según dicho informe, el 69% de peruanos trabaja en la informalidad. Una ubicuidad que, como hemos comprobado a lo largo de los años, hace aún más difícil enfrentar ese histórico flagelo del país.
El principal problema de la informalidad es la vulnerabilidad de quienes se desenvuelven en ella. Alguien que trabaja bajo estas condiciones, por ejemplo, no está protegido por un seguro de salud, no recibe CTS, no aporta al sistema previsional y no cuenta con las mismas protecciones y garantías de estabilidad que sí tiene un trabajador en planilla.
En muchos casos, además, los ingresos de la persona que trabaja en la informalidad son irregulares y los espacios en los que trabaja pueden ser peligrosos. A todo esto se suma la relación distante que mantiene el trabajador informal con el sistema financiero, clave para el desarrollo económico de las personas y del país.
Sobre esto último, el informe publicado por Credicorp, que estudia a ocho países de la región, ofrece algunos insights clave. Para empezar, el estudio deja claro que existe una relación inversamente proporcional entre la informalidad y la inclusión financiera. Así, si solo 12% de trabajadores formales registró un nivel “bajo” de inclusión, la cifra es tres veces mayor en el caso de los informales, al alcanzar el 42%.
Pero eso no es todo. La situación es peor cuando se evalúa el pilar de “uso” del sistema financiero, que considera la ejecución de transacciones básicas, el recibo de ingresos a una cuenta y el ahorro. Apenas 18% de los informales alcanzan el nivel “logrado”, frente al 43% registrado por los formales.
En el caso específico del Perú, encontramos que el 50% de los trabajadores formales alcanza el nivel “logrado” de inclusión financiera, a diferencia de un bajísimo 17% registrado entre los trabajadores informales. Una brecha considerable que se explica con algunas cifras puntuales, como el hecho de que sólo 26% de trabajadores informales tiene una cuenta corriente o de ahorros en una entidad bancaria o que sólo el 2% tiene un seguro privado de salud. Además, 68% no accede a productos de crédito.
Profundizar la inclusión financiera es una de las metas más importantes que debemos alcanzar como país. El sistema financiero ofrece a los individuos las herramientas necesarias para proyectarse y planear su futuro, para ahorrar y hacer crecer sus ahorros y, en general, para permitirles mayor seguridad y estabilidad. Nuestra informalidad es un obstáculo para esto, como lo es para tantas otras cosas.
El compromiso por remediar esta situación debe venir de nuestras autoridades y de poner al país por encima de cualquier interés individual. Desde el sector privado, es clave mantener el respaldo a las mypes y fomentar, con empatía, el acceso de todos nuestros ciudadanos a la formalidad.
Fuente: Semana Económica