Cultura y propósito: Las anclas frente a las crisis
Cultura y propósito: las anclas frente a las crisis
Más que una reacción rápida, los tiempos de incertidumbre demandan un liderazgo con propósito y una cultura organizacional sólida.
Por: Ximena Cuadros Iberico, gerente de la División de Estrategia de Personas de Mibanco
Las crisis ponen a prueba tanto a las personas como a las empresas. Lo hemos visto en el contexto de nuestro país. En estos tiempos, la capacidad de resiliencia de una organización no solo se mide en sus números, sino en algo más profundo: su propósito y su cultura.
El propósito es el motor que nos recuerda por qué hacemos lo que hacemos. Es un ancla que une a las personas, da claridad en medio de la confusión y nos conecta con una causa más grande. Por ejemplo, para una empresa enfocada en la inclusión financiera como Mibanco, el propósito de transformar vidas no solo nos inspira, sino que guía nuestras acciones. Esto nos permite mirar más allá de las circunstancias inmediatas y avanzar con determinación y optimismo.
Si el propósito nos muestra un norte, la cultura nos marca cómo llegar. Durante los días más complicados, esa mezcla de valores y comportamientos compartidos se vuelve la mayor fortaleza de una organización. Una cultura que fomenta la colaboración, la innovación, la empatía y el foco en el cliente sobrevive a las crisis y encuentra formas de crecer cuando estas suceden.
Según un estudio de EY, el 84% de los líderes considera que un propósito claro contribuye a una mejor capacidad de adaptarse y superar las adversidades. Mientras que Harvard Business Review encontró que las organizaciones con culturas sólidas tienen un 30% más de probabilidades de salir fortalecidas tras una crisis.
En este contexto, el rol del líder es fundamental, porque no se trata de que solo tome decisiones rápidas, sino de que inspire, y coloque ese propósito y cultura al centro de todo lo que se hace. Un liderazgo adaptativo —capaz de entender a las personas, comunicar con claridad y alinear el propósito con las motivaciones individuales— se convierte en la columna vertebral de una organización resiliente.
Cuando el propósito, la cultura y el liderazgo se alinean, las organizaciones no solo superan los desafíos: se fortalecen. Al final, esos momentos difíciles son oportunidades para impactar vidas y construir un mejor futuro.