Columna: Renzo Rossi, Gerente de la División de Gestión y Desarrollo Humano de Mibanco
Impulsemos un tiempo para todas y todos
Las mujeres tienen dos trabajos: uno sin remuneración —y, por lo general, sin reconocimiento— y, el otro, en muchos casos con un sueldo menor y mayores requisitos por cumplir que los hombres. Escribe Renzo Rossi Escuza, Gerente de la División de Gestión y Desarrollo Humano de Mibanco.
Poder gestionar el tiempo, con mucha flexibilidad, es un beneficio invaluable. Y es que, cuando hablamos del equilibrio entre la vida personal y laboral —algo que todos necesitamos, en realidad no nos referimos a un porcentaje equitativo muy marcado, sino a la justa medida que requerimos para no perder la motivación en cada jornada y continuar día a día.
Para algunas personas el trabajo virtual ha sido un poderoso vehículo para alcanzar esa flexibilidad laboral, compartir más tiempo con la familia y hacerlo sin tener que soportar el tráfico de la ciudad. Por el contrario, quienes tenían ambos mundos, el laboral y el personal, muy separados sienten hoy que el trabajo se metió al hogar como un invitado presente 24x7 y al cual no hay forma de decirle que se vaya.
Las empresas que han decidido mantener un sistema híbrido, de días en la oficina y días en casa, están haciendo ajustes y llegando a acuerdos para que el beneficio sea mayor para todas y todos. Existe, sin embargo, una gran excepción en la cual debemos posar nuestra mirada. En ninguno de estos casos las mujeres suelen tener esa ansiada flexibilidad de tiempo en la misma medida que los hombres. Las mujeres que son madres se multiplican para cuidar, atender y estar presente en el día a día de sus hijos y, a la vez, deben dedicarse a su empleo.
Según un estudio de Centrum - PUCP, publicado en el 2021, las mujeres dedican al hogar 17 horas de trabajo a la semana más que los hombres. En la práctica, las mujeres tienen dos trabajos: uno de ellos sin remuneración y, por lo general, sin el reconocimiento suficiente y, el otro, en muchos casos con un sueldo menor al de hombres y una mayor exigencia de requisitos por cumplir para realizar las mismas funciones. Mientras que cifras de la ONU reflejan una brecha salarial hasta 16%, en el Perú, el INEI marca que las mujeres pueden ganar hasta un 30% menos que los hombres en algunos segmentos. Estas son grandes brechas que no resolveremos en esta columna.
Pero ¿qué es lo que queda en nuestra cancha? ¿Qué tanto queremos, de verdad, reducir esta diferencia? ¿Hasta qué punto buscamos una solución? Antes de controlar el tiempo de los trabajadores, gestionemos por objetivos cumplidos, valorando el modo que cada uno tiene para llegar a la meta. Impulsemos también que descubran y ejecuten iniciativas personales fuera de la oficina. Como gestores de personas, debemos empoderar a nuestros compañeros para que aprovechen de manera más eficiente su tiempo laboral y para que tengan la libertad de decir que no están de acuerdo cuando, por ejemplo, se sobrepasan tareas o se les convoca a reuniones de trabajo fuera de horario.
En el trabajo podemos comenzar a hacer una gran diferencia con pequeñas acciones que, luego, se convertirán en impactos concretos. Sin ningún sesgo de género y teniendo siempre como centro a las personas, podemos ayudar a las mujeres a que paulatinamente encuentren su propio modo de conciliar el trabajo con su vida personal. En Mibanco, por ejemplo, extendemos los plazos para que tanto madres como padres puedan dedicarles más tiempo a sus hijos recién nacidos. Damos días libres por cumpleaños, logros educativos o reconocimientos y los viernes de todo el año trabajamos media jornada, entre otras medidas que nos hacen sentir que, con respecto al trabajo, no todo es tan urgente. Y, en el hogar, asumamos la parte que nos corresponde. Compartamos tareas entre hombres y mujeres. Hay hombres que con gusto cocinamos, lavamos, peinamos y hacemos moños a nuestras hijas, lleguemos a acuerdos para asuntos domésticos que antes se pasaban por alto, dediquemos tiempo de calidad a las personas que queremos y, para no replicar antiguas costumbres, enseñemos a los más pequeños que las épocas en que mamá tiene que hacerlo todo pueden quedarse en el pasado.
Fuente: Semana Económica