Buenas noticias y retos urgentes para las mypes
Buenas noticias y retos urgentes para las mypes
En el Perú, los emprendedores todavía enfrentan numerosos desafíos.
La informalidad es una fuerza que no disminuye y la inseguridad ciudadana tiene un impacto especialmente nocivo en los pequeños negocios. Sin embargo, con el 2025 aún en sus inicios, es claro que el año será mejor para el sector. Y, en un país donde las micro y pequeñas empresas (mypes) representan el 99.2% del tejido empresarial, esta es una buena noticia.
En esta época, la campaña escolar suele ser un buen termómetro para medir el sentimiento de las mypes. Según la Cámara de Comercio de Lima, las importaciones de insumos escolares han aumentado entre 15% y 20%, lo que da cuenta de una mayor expectativa de consumo respecto al 2024. Desde los fabricantes de mochilas y cartucheras hasta los comerciantes minoristas en distritos como Carabayllo y San Juan de Lurigancho, la revitalización económica se hace evidente con stocks renovados y mayor afluencia de clientes.
Es claro que un contexto macroeconómico favorable está marcando lapauta de esta recuperación. Y es inevitable que esta mejora en las condiciones—todavía modesta, s ise compara con años previos a la pandemia del Covid-19— se refleje en todos los sectores económicos. La inflación está controlada, las menores tasas de interés permiten a los emprendedores una mayor capacidad de inversión y de proyección a largo plazo, y la ausencia de amenazas climáticas, como la del Fenómeno El Niño, suponen un alivio. De igual manera, se prevé que la economía haya crecido alrededor del 3% en 2024 y que, en consecuencia, la pobreza se haya reducido ligeramente.
Ambas condiciones hacen esperar un entorno más dinámico para los negocios. Pero la capacidad de los micro y pequeños empresarios de aprovechar estas circunstancias se puede ver limitada por algunos de los desafíos de los que hablé al principio y que este año debemos dedicarnos a afrontar como país.
La informalidad persiste, no da señales de mejora en los últimos años y, como reveló la ‘Radiografía de la informalidad en el Perú’ de Mibanco y el Banco de Ideas Credicorp, esto tiene mucho que ver con las dificultades que los emprendedores encuentran al querer formalizarse. Aunque la voluntad existe, hay una clara percepción de que el Estado hace poco por simplificar el camino. Y las consecuencias ya las conocemos: negocios con limitaciones para crecer, más barreras de acceso al financiamiento y una mayor vulnerabilidad frente al crimen organizado.
La inseguridad ciudadana trae consecuencias económicas serias para los emprendedores. Sus negocios son vulnerables ante la extorsión o el robo, que afectan su rentabilidad y operación. La presencia de delincuencia en las calles puede, además, reducir el flujo de clientes que deciden evitar zonas percibidas como inseguras. A esto se suman los costos adicionales que involucran la contratación de seguridad o la implementación de medidas preventivas. Todos factores que complican el crecimiento y la sostenibilidad de los emprendimientos.
Si bien el panorama económico muestra una paulatina recuperación que alienta a los microempresarios, el crecimiento de sus negocios seguirá limitado mientras no abordemos los problemas estructurales clave antes descritos. Pero podemos lograrlo. Y, en ese proceso, el sector privado tiene un papel crucial; especialmente, en la lucha contra la informalidad, mediante la inclusión financiera, el diseño de productos accesibles y campañas que simplifiquen el camino hacia la formalización. Frente a la inseguridad, este puede ofrecer servicios alternativos, como soluciones tecnológicas y de seguridad.
El trabajo conjunto con el sector público, sin embargo, es fundamental. Sobre todo, cuando se trata de hacer valer el Estado de derecho e implementar políticas que hagan más fácil el desarrollo de los negocios en el país.